Es un estado de ánimo triste, vacío o irritable acompañado de cambios físicos (como sentirse cansado), motivacionales (como pérdida de interés o placer, apatía, desesperanza), cognitivos (como pensamientos negativos repetitivos), o conductuales (como aislamiento social) que afectan significativamente la capacidad funcional del individuo.

Todo ser humano se enfrenta cada día a nuevos retos que enfrentar y ese no es el problema, el problema es cuando nos quedamos en un remolino sin salida y no buscamos opciones para solucionar la experiencia difícil.

Una de nuestras mejores herramientas que podemos tener en la vida es la comunicación asertiva, la cual es aquella que nos permite poner límites, respetando mis derechos y los derechos de los demás, no ceder cuando no queremos, y todo esto en beneficio de relaciones interpersonales sanas y duraderas.

En la actualidad, la enfermedad de moda es el estrés, y la realidad es que nadie nos dice que hay estrés bueno y malo. El bueno es el motor que nos impulsa a lograr nuestras metas y el malo es el que nos paraliza, nos frena, nos enferma, así que es necesario tener estrategias para saber autorregularnos y que los estresores de cada día no nos sobrepasen.

Los seres humanos somos personas de patrones y a veces no somos conscientes que las conductas que repetimos una y otra vez nos alejan de las personas que más queremos, por eso es importante identificar mi reacción y mi conducta ante los demás para modificar los patrones que no me permiten relacionarme adecuadamente.

En la terapia nos planteamos objetivos específicos que se trabajaran a lo largo de las sesiones con efectos positivos en la satisfacción de necesidades y el despliegue de capacidades para estabilidad emocional, modificación de creencias limitantes y de patrones de conducta maladaptativos y una sana visión del self.

Esto implica el cómo nos vemos a nosotros mismos y por ende repercute en lo que sentimos, hacemos y nos relacionamos. Las creencias que hemos creado de nosotros mismos se fueron formando desde la infancia y en la edad adulta benefician o perjudican nuestro actuar y sentir.

Existen estrategias de respiración, relajación, visualización y meditación que sirven como entrenamiento para generar el estado mental que necesitamos en momentos específicos sin desgaste.